24.11.06

A Última Hora

Miré desde lejos, segura de ser incapaz de moverme. Gracias, amiga, pero no puedo. Por mi misma no puedo mover los pies y llegar hasta allá.

Hola, y ustedes cómo se llaman, les pregunté. Varios nombres, y el suyo. Grabado, recordado. Llegué de la mano de mi amiga, como a una niña le presentan a "los tíos", los amigos de sus papás.

Quedamos solos, nos dejaron solos, nos alejamos ¿fui yo, tú, o todos? Al parecer tenías muy claro quién era yo, y puedo decir que el contacto visual previo fue bastante efectivo. No te puedo juzgar, no te conozco, lo que he visto está bien, me dijiste. En una pose lejana, altanera, por qué no, sabiendo de mi interés, disimulando el tuyo. No nos veamos la suerte entre gitanos, que también pasaste por mi lado casualmente, diste vuelta tu cabeza, miraste de reojo tal como lo hice yo durante todo este tiempo y sabía(mos) que ésta era la última oportunidad.

Sí, no, no, sí, bueno ya, mejor no. Tu brazo por mi cintura, tu mano en mi espalda, mis ojos clavados en los tuyos, hablando de cerca, la música una buena excusa para sentir por algunos segundos tus labios con los míos. Sí, no, no, no. ¿Mañana vienes? me preguntaste, me pregunto yo qué significó eso.

Ahora, las respuestas. Como si hubieras leído las preguntas, ahora sé casi todo lo que me inquietaba, pero me inquieta más saber qué pasaría si nos viéramos una vez más. Sé tu nombre, lo que estudias, conozco tu voz, no sé de tus orientaciones políticas, algo dijiste del gorro, no recuerdo qué, los gustos eran esos y quizás podríamos compartir otros más, y sí, nuestro patio te parece mejor, te gusta el aire libre, estar solo, estar consciente de que estás solo y de que te miran, de que hay dos ojos al menos que te buscan, que ya te conocen, que ahora se ríen.

22.11.06

Un Poco a la Mierda

Te puedo decir una y mil veces que al mal tiempo buena cara, que no vale la pena amargarse y que pensar mucho hace mal. Pero a veces no puedo más.

Puedo mirarte a los ojos y hacerte sentir que sólo hay luz, que todo está bien acá. Puedo apretarte fuerte, decirte que soy fuerte, pero sólo quiero derrumbarme.

Puedo decir que la costumbre me ha llevado a la indiferencia, que mi mente se entretiene con nuevos retos, pero lo otro sigue aquí. Me persigue, no me deja, me remece y deja moribunda.

Una y otra vez, las mismas palabras de tristeza, las mismas palabras de esperanza. Una y otra vez, y otra, y otra, y otra.

Y otra.

Y otra.

Y otra
y otra
y otra
y otra.

Me canso.
No quiero.

Confía, Tania, tu estrella está contigo.

A le mierda la estrella, a la mierda todo, esto no está en mis manos, me doy por vencida.